Metaciberescribiendo

Mucho se viene hablando estos últimos años del combate entre el libro tradicional y el libro digital, combate en el que el segundo viste calzoncillo de favorito pero no acaba de soltarse y el primero aguanta más de los que muchos creían. Harían mejor en darse la mano y convivir en paz, ya que tienen esencia de complementarios más que de productos substitutivos, pero ahí están, luchando por el cinturón de mejor soporte textual, jaleados por el mundo de la edición, los fabricantes de lectores electrónicos de libros y Amazon, este último voraz fagotizador del nuevo entorno. En esta lucha, el libro digital o ebook parece que se ha disfrazado de libro en papel para caer mejor, con su tinta digital, su «hoja» digital y su posibilidad de subrayar y escribir notas. Pero cuenta con múltiples armas extras, como la posibilidad de insertar imágenes, vídeos y enlaces a Internet, que son las le dan una nueva dimensión, de forma que le hacen superar su carácter de soporte innovador para convertirlo en herramienta de creación a través del uso del hipertexto. Pero, ¿qué es el hipertexto? En general, el mundo editorial tradicional no lleva muy por la mano este tema, más preocupado por pasar su catálogo de papel a digital y por perseguir copias ilegales, que por idear propuestas dirigidas exclusivamente al medio electrónico, en convivencia pacífica con el papel.

 Un hipertexto es un texto que incorpora imágenes, videos, sonidos, etc., además de enlaces a otros documentos o páginas web. Un ejemplo de ello es lo que estáis leyendo ahora mismo. El hipertexto se caracteriza porque rompe con la idea de lectura lineal, ya que está formado por bloques de contenido conectados por enlaces que tú decides si leer y cuándo leer, acercándose así a la forma de pensar humana, que no es lineal y fluye a través de asociaciones. En resumen, el hipertexto es un conjunto de textos, imágenes, videos, etc., conectados entre sí, que se activan cuando el lector hace clic en un enlace, y que no tiene principio, desarrollo ni fin, ya que el orden en que aparecen los contenidos depende en gran medida del lector o «visualizador». De aquí proviene otra gran característica: el lector pierde el carácter pasivo que tiene al leer un libro tradicional y por el contrario, interactúa activamente con el hipertexto, acabando de modelarlo según sus actuaciones. De igual forma, la relación entre el autor y el hipertexto también cambia, ya que el autor pierde parte del control de su obra, que cede al lector. ¿Original, verdad? Pues no tanto, que se lo digan a James Joyce, Julio Cortázar o Borges, que ya practicaban eso de la no linealidad y la conexión entre enlaces o teorizaban sobre una red de literatura infinita sin tener la menor idea de informática.

 Desde que se crearon los primeros ordenadores, en los años 50, el arte y la literatura han hecho uso de las nuevas tecnologías, estableciendo las bases de la creación digital. En el campo de la literatura, en 1960 nace el Oulipo o Taller de Literatura Potencial, dedicado a las posibilidades literarias de la combinatoria. En 1965, Theodor Holm Nelson crea el neologismo «hipertexto» en el marco de su proyecto Xanadu. El objetivo de Xanadu es la creación de una estructura que permita conectar toda la literatura del mundo y reunir todas las obras de cualquier género publicadas en una «red de publicación hipertextualizada universal e instantánea». Vamos, lo mismo que se había inventado dos décadas antes Borges en su cuento La biblioteca de Babel. La época dorada del hipertexto llega en los años 80, con la comercialización de los PC y Macintosh, los nuevos sistemas que procesan grafismos y animaciones, y la llegada de Internet. En 1981 se crea el taller ALAMO, proveniente del Oulipo, que reivindica la informática en la literatura ya no como una herramienta, sino como una forma de literatura en sí misma que da lugar a la literatura informática o hiperficción. En 1986 se publica la primera novela interactiva, Portal, de Rob Swigart. En el 87, comienza a celebrarse la feria anual del Hipertexto, y ya en los 90, se crea la Organización de Literatura Electrónica (ELO, Electronic Literature Organization), que promueve la escritura, la lectura y la enseñanza en un ambiente digital en continua transformación. Llega el siglo XXI y se fabrican los primeros lectores de libros electrónicos. Ya es la repanocha, ¿no? Pues no, porque a pesar de los 40 años anteriores de práctica en la literatura digital, no se aprovechan las posibilidades del nuevo soporte electrónico, que casi se limita a leer documentos digitalizados provenientes de originales en papel y algún diario digital. ¿Qué ha pasado con la ciberliteratura, concebida directamente en el medio digital y para el medio digital?, ¿dónde están los ciberescritores? Afortunadamente hay vida más allá de los lectores de libros electrónicos, hay una vida inabarcable en la Red.

 Posiblemente el género que hace un uso más completo del hipertexto en Internet es el weblog o simplemente blog. Los blogs incluyen textos, imágenes, vídeos y enlaces. El autor y los lectores pueden interactuar a través de los comentarios y los blogeros están conectados y se comunican entre ellos. Hernán Casciari, personaje original y contestatario muy metido en las nuevas tecnologías, escribió entre septiembre de 2003 y julio de 2004 una novela en línea a lo largo de las 200 entradas de su blog mujergorda.bitacoras.com¡Más respeto, que soy tu madre!, la novela, fue todo un éxito que más tarde se editó en papel, se convirtió en obra de teatro y que será llevada al cine próximamente, ahí es nada. Hernán ahora trabaja en su revista Orsai, editada en digital y en papel. Otro género al que el hipertexto le sienta como un guante, por unir imágenes y palabras, es el de la poesía. La ciberpoesía adopta múltiples formas, que van desde la poesía creada de forma automática por los ordenadores, hasta la poesía interactiva o la videopoesía. Podéis ver algunos buenos ejemplos de las distintas posibilidades de este género en la página de Belén Gache, escritora argentina-española dedicada desde los años 90 a la poesía experimental y las nuevas tecnologías. La escritura colaborativa es otro tipo de ciberliteratura que la interactuación en la Red ha favorecido. Se trata de obras escritas por varios autores que tienen acceso a un texto y pueden continuarlo y, en algunos casos, modificarlo. He encontrado dos páginas en castellano dedicadas a la escritura colaborativa bastante interesantes, www.literativa.com www.relatame.com. Echadle un ojo y atreveros a escribir un parrafillo. También os dejo un enlace a collection.eliterature.org, donde encontraréis muestras de literatura electrónica de todo tipo. Y cómo último ejemplo de hipertexto, la maravillosa versión de Alice in Wonderland creada especialmente para ipad. Ved, oíd, tocad y flipad.

 

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