Mucho se viene hablando estos últimos años del combate entre el libro tradicional y el libro digital, combate en el que el segundo viste calzoncillo de favorito pero no acaba de soltarse y el primero aguanta más de los que muchos creían. Harían mejor en darse la mano y convivir en paz, ya que tienen esencia de complementarios más que de productos substitutivos, pero ahí están, luchando por el cinturón de mejor soporte textual, jaleados por el mundo de la edición, los fabricantes de lectores electrónicos de libros y Amazon, este último voraz fagotizador del nuevo entorno. En esta lucha, el libro digital o ebook parece que se ha disfrazado de libro en papel para caer mejor, con su tinta digital, su «hoja» digital y su posibilidad de subrayar y escribir notas. Pero cuenta con múltiples armas extras, como la posibilidad de insertar imágenes, vídeos y enlaces a Internet, que son las le dan una nueva dimensión, de forma que le hacen superar su carácter de soporte innovador para convertirlo en herramienta de creación a través del uso del hipertexto. Pero, ¿qué es el hipertexto? En general, el mundo editorial tradicional no lleva muy por la mano este tema, más preocupado por pasar su catálogo de papel a digital y por perseguir copias ilegales, que por idear propuestas dirigidas exclusivamente al medio electrónico, en convivencia pacífica con el papel.