No recuerdo cuando vi 9 semanas y media por primera vez. Me acuerdo del aire de escándalo que la rodeaba y de que años más tarde de su estreno, cuando la dieron por la tele, yo no la vi por la vergüenza que imaginaba pasaría viendo tremenda guarrada junto a mis padres en el sofá de casa. En algún momento la vi finalmente, pero no tuvo que causarme gran sensación, porque no me dejó ninguna huella.
Hace poco vi 9 semanas y media de nuevo, y todavía no he podido quitármela de la cabeza. Me gusto tanto que aquí estoy, escribiendo sobre ella en vez de escribir sobre libros o edición, aunque al fin y al cabo una peli es literatura en movimiento, ¿no? Por dónde empezar. Empezamos por ellos, los protas, Kim Basinger y Mickey Rourke. Pero qué sexys y qué buena química, marededeu. Adrian Lyne, el director del cotarro, no podría haber elegido mejor. Si Kim Basinger hubiera muerto de una subida de sensualidad y se hubiera reencarnado en hombre, se hubiera llamado Mickey Rourke, y al revés. De hecho, días más tarde rematé la jugada viendo Atracción fatal, la siguiente de Adrian Lyne, y daba de pleno de nuevo en la selección de actores: Michael Douglas y Glen Close, simétricos y complementarios. Ay ese vestido blanco de Glen Close con el que pasa de diosa humillada a verdugo desquiciada. Una peli menos vistosa que 9 semanas y media pero que tiene mucha miga.